Soltera, pero no sola
La soltería no es un estado de carencia. No es un tiempo muerto entre relaciones. No es una sala de espera para que “pase algo”. La soltería puede ser un espacio fértil, lleno de oportunidades, si eliges habitarla con consciencia.
En verano, con tanta energía hacia fuera, es fácil caer en dos extremos: resignarse (“esto es lo que hay”) o distraerse (“voy a pasarlo bien y ya está”). Pero ambas opciones te desconectan de lo más importante: tu deseo real.
Estar sola no es estar vacía. Estás completa ahora. No te falta nadie para sentir plenitud. Lo que tal vez sí necesitas es reconectar contigo, recordar lo que quieres y, sobre todo, desde dónde lo quieres.
Porque una cosa es elegir estar abierta al amor, y otra muy distinta es correr detrás de vínculos vacíos solo para no estar sola.
La soltería consciente no es cerrar el corazón, es abrirlo desde otro lugar.
Verano: espejo y posibilidad

Este verano puede ser un espejo. ¿Qué haces cuando tienes tiempo libre? ¿Qué buscas cuando estás rodeada de planes, cuerpos, imágenes y ruido? ¿Actúas desde el miedo a quedarte sola o desde la paz de saber quién eres?
También puede ser una posibilidad: un tiempo para cuidarte, reordenarte, hacer limpieza emocional. Para volver a ti, sin máscaras ni presiones.
La clave no está en cuántas citas tienes, sino en cómo te sientes contigo misma cuando estás sola.
Lo contrario a la resignación no es la urgencia
No necesitas salir corriendo a tener pareja. Tampoco necesitas resignarte. Hay un punto medio mucho más poderoso: la elección consciente. Elegir qué tipo de relación deseas, qué tipo de amor mereces, y qué estás dispuesta a soltar para dejar espacio a eso nuevo.
Desde ahí, desde ese centro claro y tranquilo, todo cambia. Porque ya no te mueve la necesidad, sino el propósito.